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Un alemán que se volvió Loco x el Mate

Tom Wolff es alemán y vive en Düsseldorf. En el año 2011 conoció a un uruguayo por Internet, con quien estableció una amistad. Y como Tom nunca había estado en Latinoamerica – ni tampoco hablaba español- Alberto, el amigo virtual uruguayo,  lo invitó a que lo fuera a visitar a la capital de su país, Montevideo. Así fue como Tom conoció el sur de América, aceptó la invitación de su amigo y fue para allá unos meces después. Inevitablemente allí tomó su primer mate, siguiendo la tradición del lugar.
El anfitrión uruguayo no tenía mucha fe en Tom, ya que como nunca había probado la infusión creyó que no le iba a gustar: «Alberto pensaba que no me iba a gustar porque es amargo. Lo que pasó es que me quemé la boca tremendamente con la bombilla. Igual me entusiasmaba y conocí a otros amigos de Alberto. Uno de ellos, Willy, era realmente loco x el mate», nos cuenta Tom.
Regresó a su Alemania, pero Uruguay lo entusiasmó tanto que al tiempo volvió y se quedó un mes entero. Aquella vez, más distendidos, Willy le enseñó cómo preparar y cebar bien el mate, también lo acompañó a que se comprara un mate y una bombilla para llevar de regreso a Alemania, y mantenga la novedosa costumbre en su país natal. Sumado a eso, ¡cartón lleno!, la hija de Alberto le regaló una matera, así que se volvió a Alemania con equipo más que completo. ¡No tenía excusas para dejar de matear a pesar de la distancia!
Tom recuerda: «lo que más me gustó fue caminar con el mate por la avenida 18 o por la Rambla con toda la tranquilidad típica de los uruguayos. Así salí el primer dia en Düsseldorf, con el mate al parque, y caminé por el Rhin. Hubo nieve. La gente que me cruzaba me miraba como si fuera un alien pero nadie se atrevió a preguntarme. Creo que pensaban que me estaba drogando o algo así», a pesar de la extrañeza de los alemanes, Tom siguió se había entusiasmado tanto con su nuevo mate, que no le importó la mirada ajena. Tal era su entusiasmo que se llevó el mate al trabajo: «trabajo en un cementerio. Mis colegas sí me preguntaron, y algunos hasta se atrevieron probar, pero no les gustó».
Luego de convivir medio año con un argentino, tomar mate se volvió «una religión», cuenta Tom, ya que todos los días era infaltable la hora del mate. Hoy en día, Tom se acostumbró a tomar mate todo el tiempo. Consigue la yerba por Internet o en alguna tienda específica con productos argentinos.
Tom describe el mate así: «para mi es algo muy especial. Me da mucha tranquilidad. La costumbre de compartir el mate con compañeros es una celebración de respeto y confianza, y no hay nada comparable acá en Alemania», además que el ritual del mate le recuerda su vida en Montevideo. Además de haberse vuelto un loco por el mate, confiesa que también el asado es otra costumbre que le gusta, y que en Alemania no se suele disfrutar.

El año que viene Tom tiene pensado volver a Uruguay, y de paso, le gustaría visitar Argentina. ¡Lo esperamos ansiosos para compartir su nueva locura: el mate!

 

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