Un clásico para disfrutar y compartir en cualquier momento, y si es con mate, mucho mejor 😉
Hay recetas que merecen pasar de mano en mano o de generación en generación. Son las clásicas, las que van bien en cualquier momento y con cualquier compañía, incluso para compartir con cualquier infusión. Y la que nos permite hacer scones dulces es una de ellas. Una vez que se encuentra la receta que da resultado no se cambia. Y ésta permite hacerlos más chicos, más grandes, más chatos, dependiendo del cortante que tuviera a mano. Si bien lleva un poquito de tiempo de preparación es muy sencilla. Y pueden guardarse por unos días en un recipiente hermético si, por casualidad, sobra alguno.
Se necesitan:
500 gramos de harina leudante, si no harina común con una cucharada de polvo para hornear; una pizca de sal, 150 gramos de manteca, 75 gramos de azúcar, 3 huevos, esencia de vainilla, una yema para pintar y 1/2 tacita de leche.
Preparación:
1- colocar en un bol la manteca y comenzar a desarmarla hasta que quede bien blanda.
2-Luego sumar la harina, la pizca de sal y el azúcar y comenzar a mezclar con las manos hasta obtener un «arenado»
3- Después ir agregando los huevos de uno en uno para ir formando la masa, y agregar de a poco la leche y un chorrito de esencia de vainilla.
4- Amasar hasta tener un bollo uniforme que no se pegue en los dedos, si eso sucede se agrega harina.
5- Dejar reposar la masa en la heladera unos 30 minutos. Después, estirar con palo de amasar y dejarla de unos 2 o 3 cm de espesor
6- Tomar un cortante redondo, si no tienen de uso de pastelería, es suficiente con una copa o un pocillo invertidos.

7- Colocarlos en una fuente enharinada y enmantecada o sobre papel manteca, dejando espacio entre ellos porque van a aumentar el tamaño.

8- Pintarlos con la yema y llevarlos al horno, entre 15 y 20 minutos a 180 grados, pero como siempre digo todo depende del horno. Los dejan enfriar y a derechito a tomar mate. O té. O café. Que los disfruten si se animan a hacerlos.

Fuente: Gabriela Moreno – Mendoza post