Oscar Balbuena: “Lo que les voy a contar fue un hecho real: mi abuelo materno me mandó a cebar unos mates y me decía a cada rato ‘¡está frío, más caliente!’ y yo veía que la pava no daba más, a lo que yo le puse la bombilla en la llama de la hornalla y le di el mate y se le quedo prendida en los labios. ¡Me pegó semejante matazo en la espalda, mamita, que hasta hoy me duele!”
Ivone Karina De Martinez: “Anécdotas de cuando me levanto y no hay yerba, es parecido a una película de zombis. Y una vez mi vieja vino de visita a casa (de Montevideo a Salto, Uruguay) y agarró una bolsita y le dije ‘mirá que tengo yerba suelta y orégano, y son bolsas parecidas». Señor que vamos a la costanera, y el mate no hacía ni espumita… ¡le tuvimos que entrar igual!”
María Raquel Allietti: “No sé si es anécdota pero fueron vivencias… Viviendo en Suecia salíamos con el termo y el mate a todos lados igual que acá… Muy sorprendidos los suecos nos preguntaban qué era eso, si era droga. Nosotros les explicábamos qué era y que era parte de nuestra costumbre, y hasta llegaron a pedirnos probar. Algunos decían ‘qué rico’, otros al contrario, feo. Pero se acostumbraron a vernos que ya era común, y nos decían: ‘ustedes son Uruguayos’.
Otra que tengo es que teníamos una amiga sueca que era profe de idiomas que sabía mucho español. La visitábamos con frecuencia. Y ella tenía en su armario de cocina un paquete de yerba guardado para cuando fuéramos. Pero lo cómico fue que sacó el mismo para que preparáramos el mate con su yerba, ¡y estaba ardida! Nos dijo que la tenía hacía más de un año ahí, por las dudas. Fue gracioso, ella es muy querida por los latinos y seguimos en contacto frecuente”.
Vicky La Paz: “Desde muy chiquitita tomaba mate con mi abuela! Mate de leche con cascarilla, después empecé a tomar mate con yerba, como a los 10 años: primero dulce con mi abuela, después crecí y tomo amargo, pero mi abuela Blanca Almeida fue quien me encaminó al mate, hoy por hoy tengo 23 años y si no tomo mate 1 vez al día por lo menos me pongo histérica”
Mara Cruz Acosta: “El día que por primera vez aparecieron ladrones en Artigas, supuestamente eran de Montevideo. Hacía un mes que traía a la policía en jaque, era raro que ocurriera eso allá. Te entraban a tu casa. Como en el interior se dormía sin cerrar las puertas, comían lo que encontraban y se llevaban lo que querían. Pero hacían algo peculiar: ¡te robaban el mate, termo y la yerba! Y la dejaban en el patio. Y vos dormías plácidamente. Al día siguiente te despertabas al darte cuenta que te habían robado. Yo sufrí doblemente, por mi mate y mi termo. ¡Nunca más lo vi!”
Marta Mabel Ledesma: “Hace como 17 años fui a un velorio en Paraguay por primera vez en ese país y me invitaron el famoso pornogo. Jamás lo olvido porque pensé que lo tenía que terminar yo, y los demás me miraban ¡feo! Yo no sabía que tenía que tomar unos tragos y seguir la ronda…”
Cabureé Alerta: “En el 2011 tuve que ir a trabajar a la Antártida Argentina y una vez que llegamos en el avión nos subieron a un Barco Ruso y seguimos como 10 horas más. Y yo fan del Mate me hacía el canchero tomando mate en la cubierta, pero no hay termo que aguante. El agua salía caliente pero cuando chupaba estaba re frio, ¡parecía tereré!”